domingo, 16 de diciembre de 2012

Ya sólo queda esperar


     Llevo días aburridísima, estudiando con largas pausas en las que no se qué hacer, encerrada en 6 metros cuadrados y saliendo sólo para comer. Con esta descripción parece que te estuviera definiendo la cárcel, pero no, es mi habitación. Estoy un poco cansada de estar aquí, más que nada por la abrumadora rutina en la que estoy sumida últimamente. Tengo ganas de ver a mi familia, a mi Langui y mi Chucky, a mis amigas. Tengo ganas de estar contigo, sentir los nervios del reencuentro,... Quiero sentirte, sentir lo que sentimos después de un largo tiempo sin vernos. Quiero comer, beber, salir, bailar, cantar, reír, llorar de alegría, de tristeza en las despedidas, correr por Córdoba,...

     Estos días he estado soñando mucho con mi Langui. Me despertaba, miraba al suelo, veía una mancha negra y creía que era él, pero no lo era, eran mis calcetines. Me gustaría saber si me echa de menos. Es un perro, lo se, pero el vínculo que tengo con él es absoluto. Se que se pondrá muy contento de verme, de estar en casa por fin. ¿Y mi Chucky? ¿Que será de mi viejo dentudo blanco que tan cariñoso es? 

     Que ganas de volver a casa. Sentarme al calor del brasero, ver la tele con mi familia, comer exquisitos platos, y discutir con mi hermano por tonterías. 

     Los días van pesando, se van haciendo día a día más largos. Durante estos meses he acumulado muchas experiencias, he conocido gente nueva de diferentes países, culturas y religiones. He visitado pueblos, ciudades. He recorrido las calles de mi ciudad, Dijon, y he entrado en diferentes bares y tabernas. Los días han volado, y las semanas han pasado sin darme cuenta. Sin embargo, a día de hoy, los días pasan super despacio, las horas se hacen eternas y las semanas no terminan por concluir. Queda menos de una semana para volver a casa, precisamente cinco días. En menos de cuatro días estaré en París, y, al quinto, en Sevilla, y, por fin, en casa. 

     Aquí no deja de llover, hace menos frío que días atrás, pero la lluvia es continua. El viento entre por las rendijas de mi ventana, susurrando todo el tiempo. No me deja concentrarme. Cierro la persiana pero es peor, el viento la mueve como si quisiera arrancarla. Intento crear un ambiente relajado, con música clásica, para poder estudiar.

     Ahora hace sol, no, espera, se acaba de nublar. Hace sol, nubes, lluvia, viento. Si baja un poco la temperatura se pondrá a nevar, pero ya no creo que baje mucho en los días que me quedan. Mejor, así no tengo la tentación de salir a jugar con la nieve y sigo intentando estudiar. Hay muchas cosas que me distraen, sobre todo pensamientos que me llegan sin previo aviso. Estos son los mismos de siempre, siempre relacionados con la añoranza. 

     Ya sólo queda esperar. Esperar a que los exámenes salgan bien, terminen, y que llegue pronto el día de regreso. Estoy deseando ese día. Ni siquiera se que sentiré cuando vea a mi familia esperándome en el aeropuerto. Ni siquiera se que sentiré cuando llegue a casa y me reencuentre con mi verdadera vida. Ni siquiera se que sentiré cuando os vuelva a ver. Ni siquiera se que sentiré cuando te vuelva a ver.








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