jueves, 8 de noviembre de 2012

-- París --

     Primero tengo que decir que mi primera visita a París no fue tan espectacular como siempre imaginé que sería. París no es esa cuidad romántica que imaginé, ni esa ciudad hermosa que creí que era. París. París es un lugar maravillo, sí; es un lugar bonito, sí. Sin embargo, no lo es tanto como soñé.

    Nuestro viaje comenzó con un despertador en silencio. Pati, una chica entrañable de genio acentuado quedó inmersa en su dulce sueño. Despertó cuarto de hora antes de la hora de quedada. Me obligó a subir corriendo al cuarto piso, a aporrearle la puerta. Creía que le había pasado algo, ya que ella siempre consigue escaparse del sueño mañanero que te impide despertar a la hora debida.Mi amiga Pati.
Continúa con un breve trayecto en tranvía hasta la estación de tren. Sigue con un largo viaje hasta nuestra ciudad de destino. Una vez allí comenzamos la búsqueda del hostal. Fue fácil encontrarlo, 3/4 de hora más tarde llegamos y dejamos las maletas. Ya estábamos listos para empezar a caminar. Compramos del billetes del metro y empezamos a recorrer el enrevesado entramado del metro. Todo el mundo parecía saber a donde dirigirse. Yo seguía a mi grupo, no sabía como moverme por el metro. Mirando hacia todos lados, mirando a la gente que andaba rápidamente para no perder el tren. Los carteles, los músicos, todo me llamaba la atención. Me llamaba tanto la atención que no prestaba atención al camino. 


   Andamos, andamos, andamos, hasta hacer ampollas en los pies. Nada me parecía tan extravagante o emocionante como imaginé. Demasiada gente, demasiado alboroto, demasiada suciedad, demasiada imperfección. Sin embargo, había lugares concretos que realmente me emocionaron. Lugares que realmente llamaron mi atención y me enamoraron. Las vistas desde el puente de Archevêché eran preciosas. Se veía el puente lleno de candados puestos ahí por enamorados, los cuales tiran las llaves al río. Desde ahí se ve la cathédrale Notre-Dame de París. Es preciosa la estampa.

     Recorrimos todo el camino del río Sena una noche que intentamos salir de fiesta y después de hora y pico esperando la cola decidimos no entrar debido al alto coste de la discoteca. Esta misma noche, tacones incluidos, recorrimos media ciudad a pie. Andamos por los Champs-Elysees, y fuimos en busca del barrio latino, que no quedaba cerca. Cuando llegamos decidimos entrar en el primer bar que encontramos. Sorpresa la nuestra cuando nos da por mirar la carta y vemos que las consumiciones costaban de 7€ para arriba según lo que quisieras beber. He de decir que no era un bar caro teniendo en cuenta la ciudad en la que nos encontrábamos. Se me olvida comentar nuestro encuentro literario durante esa noche. Entre una muchedumbre agachada nos dimos cuenta que había un montón de libros abandonados. Decidimos agacharnos también y buscar entre ellos. Llegamos al bar cargados de libros.

     Se me olvida mencionar muchas puntos graciosos del viaje, pero no es cuestión de hacerlos públicos en el blog. Estos recuerdos quedarán plasmados en mi memoria. 

      Os dejo fotos para completar esta entrada, que no es más que un breve resumen de un gran viaje, lleno de risas, jaleos, caminatas, comida basura, recuerdos, y buenos momentos, como no.